La Sociedad de Ingeniería de Iluminación de América del Norte (IESNA) ha realizado recomendaciones de iluminación desde la publicación del primer manual de iluminación en 1947 hasta la presente edición. Esas recomendaciones se han basado en una variedad de consideraciones y se han derivado de la experiencia con "lo que funciona", así como de modelos de rendimiento visual más determinados científicamente. En general, cuando se han utilizado datos para diseñar un sistema de especificaciones o para validar una recomendación particular, estos datos han representado a un grupo de población relativamente joven (de 20 a 30 años). Esta práctica recomendada es la autoridad para las recomendaciones de iluminación para personas mayores. Las recomendaciones actuales del IESNA no tienen en cuenta a las personas mayores. Generalmente, las necesidades visuales de las personas mayores son diferentes a las de las personas más jóvenes. La edad avanzada se acompaña de cambios en los ojos y en el sistema nervioso visual. Reconocer estos cambios y sus efectos es esencial para mitigar su impacto. A medida que avanza la edad, la transmitancia total de luz del ojo disminuye (ver Figura 1). La pupila, por ejemplo, se vuelve más pequeña y reduce la cantidad de luz que entra al ojo. La pérdida de transparencia lenticular dispersa la luz y reduce el contraste aparente entre los objetos. El cambio de un color amarillento pálido a uno intenso del cristalino cambia los colores de los objetos en el campo visual. La capacidad reducida para enfocar objetos produce un aumento del desenfoque. El aumento de la prevalencia de enfermedades oculares con la edad contribuye a la necesidad de prestar especial atención a las necesidades de iluminación de las personas mayores. A medida que la población envejece, es cada vez más importante abordar estos requisitos para garantizar el confort, la productividad y la calidad de vida de las personas mayores. El entorno de iluminación afecta más que la visión. También hay efectos fotobiológicos. Estos incluyen efectos sobre el ritmo circadiano y la síntesis de vitamina D. La exposición directa a la intensidad de la luz del día disminuye drásticamente a medida que disminuye la movilidad de una persona. Esto restringe a la persona al ambiente interior donde las condiciones de iluminación a menudo son menos que adecuadas. Si bien los niveles de luz visible diurna necesarios para impulsar los ritmos circadianos se pueden encontrar en el exterior incluso en un día nublado, rara vez se encuentran niveles de luz comparables en el interior de hogares privados y centros de atención. También es esencial que los hogares privados y los centros asistenciales ofrezcan espacios oscuros para dormir por la noche. La luz insuficiente durante el día y la oscuridad nocturna pueden provocar problemas de salud y bienestar, como una alteración del ciclo de sueño/vigilia. Sólo el 20 por ciento de las personas mayores no reportan dificultades para dormir.1 La exposición inadecuada de la piel a la luz solar tiene un efecto en la producción de vitamina D necesaria para el desarrollo y mantenimiento de huesos y músculos fuertes. Una segunda fuente de vitamina D es el consumo de alimentos fortificados con vitamina D y/o suplementos dietéticos. Esto evita el riesgo de sobreexposición a los rayos UVB, que es una causa de cáncer de piel.71 La exposición dérmica insuficiente a la luz solar perjudica el metabolismo del calcio y produce una disminución de la masa ósea y debilidad muscular,2 lo que contribuye a caídas y fracturas.3 El Cirujano General Richard Carmona, MD. , MPH FACS, advierte que para el año 2020, el 50 por ciento de las personas mayores de 50 años estarán en riesgo de sufrir fracturas por osteoporosis y baja masa ósea si las personas en riesgo no toman medidas inmediatas.4 El acceso conveniente a áreas al aire libre alentará a las personas a para aprovechar el impacto terapéutico de la luz solar gratuita.